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En colaboración conCAF
Océanos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La inmensa y desconocida riqueza de la Corriente de Humboldt

En Chile, Perú y Ecuador, las comunidades locales toman la iniciativa para proteger uno de los ecosistemas oceánicos más productivos del mundo, amenazado por la sobreexplotación y la pérdida de biodiversidad

Pescadores de la Isla Foca en Piura, al norte del Perú.

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Los océanos son cruciales para nuestra existencia. No solo proveen la mitad del oxígeno que respiramos, sino que han absorbido cerca del 90% del exceso de calor en la atmósfera desde la Revolución Industrial. Además, son la principal fuente de alimentos e ingresos para más de 3.000 millones de personas, casi el 38% de la población mundial. Sin embargo, su salud está siendo amenazada, principalmente el cambio climático, la sobreexplotación pesquera y la contaminación. La conservación liderada por las comunidades pesqueras, como la que se está adelantando en la Corriente de Humboldt, puede ser una solución duradera.

La Corriente de Humboldt es uno de los ecosistemas marinos más ricos del mundo. Se extiende por las costas de Chile, Perú y Ecuador. Sus emblemáticas aguas frías, cuya temperatura fue documentada por primera vez por el geógrafo y naturalista alemán Alexander Von Humboldt —de ahí su nombre— hospedan a un sinfín de peces —jureles, anchovetas, atunes, sardinas— así como a calamares gigantes, tiburones, ballenas y leones marinos, el emblemático pingüino de Humboldt, entre otras especies.

Gracias a sus condiciones ecológicas únicas, la Corriente de Humboldt es el área pesquera más productiva del mundo. A pesar de abarcar solo el 0,1% de la superficie marina global, provee el 15% de la pesca mundial y el 50% de la producción mundial de harina de pescado —un insumo de altísima importancia, pues es utilizado para la alimentación de animales en la acuicultura, avicultura y ganadería.

No obstante, su productividad está en riesgo. Por un lado, la creciente demanda alimentaria mundial ha incidido en una explotación descontrolada de los recursos oceánicos, colocando en peligro la abundante biodiversidad y el delicado equilibrio ecológico que la sustentan. Por el otro, eventos extremos como el Fenómeno de El Niño, intensificados por el cambio climático, impactan en los diferentes ciclos naturales del ecosistema como la producción de fitoplancton —la base de toda la cadena alimentaria marina—, según lo advirtió la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en un informe de 2018.

Tanto las pesquerías artesanales como las industriales influyen en indicadores de empleo, ingresos y biodiversidad marina. Para hacerle frente a este escenario, las comunidades pesqueras de la Corriente de Humboldt han estado liderando distintas iniciativas de conservación. También, se han aliado con socios estratégicos, como The Nature Conservancy (TNC), para que, desde la base de la ciencia, contribuyan a impulsar un sistema de pesca responsable, que contribuya al cuidado y la regeneración de la biodiversidad marina.

Las comunidades pesqueras son poseedoras de conocimientos ancestrales y milenarios sobre los océanos. Para dimensionarlo, se puede pensar en la comunidad pesquera de Ancón, ubicada al norte de Lima, que tiene más de 400.000 años de antigüedad, remontándose a tiempos preincaicos. Su estrecha relación con el ecosistema ha aportado notables luces a las soluciones que requerimos para su conservación.

Gracias a sus conocimientos, desde finales de los años 90, en países como Perú y Chile, las comunidades pesqueras se percataron del declive de esas especies que antes capturaban en abundancia. Por ello comenzaron a implementar, de forma empírica, soluciones como las áreas de manejo o las vedas: o sea, la prohibición de extraer especies en determinadas épocas del año, en función de su tamaño o de sus patrones reproductivos.

Colonia de pingüinos de Humboldt cerca de la ciudad de Punta Arenas, chile

Sin embargo, las comunidades necesitan apoyo técnico y financiero para lograr mayores impactos. Fue así como se aliaron con TNC, para sumar los recursos de la ciencia a los conocimientos que ellos manejan desde hace miles de años y crear planes de manejo específicos para diferentes especies estratégicas, como la chita y la vieja bnegra, con el objetivo de asegurar su disponibilidad y regeneración.

La pesca con embarcaciones pequeñas representa cerca del 40% de las capturas a nivel mundial. Una tendencia que no es ajena a la Corriente de Humboldt. En Chile, desde 2008, las capturas de pesca artesanal han superado las capturas industriales. Y se estima que, en los países que la conforman, más de 176.000 personas dependen de esta actividad, lo que da la medida de la importancia de trabajar con las comunidades pesqueras.

La conservación liderada por las comunidades pesqueras puede garantizar, en simultáneo, el cuidado y regeneración de los ecosistemas oceánicos y el aumento de la resiliencia de las personas que terminan siendo las más afectadas por su transformación.

Las experiencias de Humboldt podrían ser trasladadas a otras geografías en África, Oceanía, Melanesia y Micronesia. Según la FAO, la producción de alimentos deberá aumentar en un 60% para dar abasto a una población mundial que, hacia 2050, aumentará hasta 9.300 millones de personas. Es claro que únicamente podremos satisfacer estas necesidades alimentarias si logramos un manejo sostenible de los recursos marinos, que logre equilibrar las ganancias económicas que ofrecen los mares con el cuidado de la biodiversidad y los hábitats que la sustentan. Las comunidades pesqueras de la Corriente de Humboldt nos demuestran que este equilibrio es viable.

Los océanos representan la promesa de un planeta en equilibrio.

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