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De un cupo máximo a un descuento tarifario: México y Estados Unidos chocan por los aranceles al acero y el aluminio

En las negociaciones entre ambos países se baraja desde un descuento sobre el arancel del 50% a una cuota máxima de exportaciones de estos productos libre de tarifas

Aranceles acero y aluminio
Karina Suárez

México negocia a contrarreloj con Estados Unidos un trato preferente sobre los aranceles del 50% sobre las importaciones de acero y aluminio. El Gobierno de Claudia Sheinbaum trabaja a marchas forzadas para conseguir en Washington un mejor acuerdo para la industria siderúrgica mexicana, un sector que ha sido doblemente golpeado por el muro proteccionista de Trump tras el aumento de la tarifa arancelaria del 25% al 50% desde el pasado 4 de junio. Aunque México tiene un saldo deficitario con EE UU en acero, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no hizo ninguna concesión y colocó a México al mismo nivel que al resto del mundo. Solo el Reino Unido consiguió una ventaja al mantener la tarifa original del 25% sobre sus importaciones. A pesar del varapalo, el equipo de Sheinbaum se mantiene en pie de lucha para conseguir algún tipo de descuento arancelario, como ya ocurrió meses atrás con los aranceles automotrices.

Del lado mexicano, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, encabeza las negociaciones para reducir los aranceles a favor de México. Pese a los continuos viajes y publicación de fotos en las oficinas estadounidenses, el funcionario federal no ha desvelado los avances con sus contrapartes estadounidenses. En su más reciente visita a Washington, el viernes pasado, Ebrard se limitó a informar de que había presentado argumentos sólidos para defender a la industria siderúrgica y estaba a la espera de la respuesta de EE UU. “Nuestro objetivo es de cero aranceles al acero y aluminio para México también presentamos cuáles son los efectos que tiene esta medida en nuestra economía”, declaró tras su último viaje a medios locales.

En la mesa de negociación, de acuerdo con fuentes consultadas por EL PAÍS, está el que México consiga un acuerdo similar al Reino Unido y vuelva a las condiciones de marzo, con un arancel del 25%. En otra línea, la agencia Bloomberg adelantó esta semana que EE UU y México están a punto de cerrar un acuerdo que eliminaría los aranceles del 50% sobre las importaciones de acero hasta un determinado volumen. La agencia asegura que el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, está llevando a cabo las negociaciones de este cupo máximo. Sin embargo, aún falta el visto bueno del inquilino de Trump para concretar el acuerdo. Además, las recientes redadas de migrantes en Los Ángeles, con la polémica sobre las movilizaciones como telón de fondo, no allanan el camino para llegar a un mutuo acuerdo comercial.

La medida del cupo máximo no es nueva, durante el primer mandato de Trump, en 2019, la industria siderúrgica mexicana aceptó restringir sus exportaciones de acero a cambio de libre de aranceles. En ese entonces, se optó por establecer una cantidad máxima de exportación por empresa y producto. Mientras no se rebasara este umbral, las acereras mexicanas enviaban sus productos sin pagar arancel a EE UU. La cifra tope se obtuvo de los promedios anuales de cada firma y requirió un monitoreo en tiempo real da cada firma y de su comercio internacional.

Ildefonso Guajardo, exsecretario de Economía durante el Gobierno de Peña Nieto, explica que en el caso de que se concretara la solución del cupo máximo el centro de esta negociación será sobre los promedios anuales que se tomarán en cuenta para fijar el umbral máximo de exportación, debido a que, si se consideran los años de pandemia, por ejemplo, cuando los envíos de México a EE UU bajaron, el promedio resultante jugaría en contra del país latinoamericano. Quien también fuera negociador en jefe del TMEC en ese Gobierno hace hincapié en que un arancel del 50% es insostenible, incluso, para la industria estadounidense. Además, indica que cualquier solución intermedia debería ser temporal, en lo que comienza la revisión integral del TMEC, prevista para julio de 2026. “Yo creo que es importante la visita de Sheinbaum a Canadá en el marco del G-7, creo que con mucha diplomacia debemos tener una mejor coordinación con nuestros socios canadienses”, zanja.

Otro problema al interior de la negociación, radica en el hecho de que si bien en acero, México tiene una balanza deficitaria con EE UU y compra más acero estadounidense del que envía al otro lado de la frontera, la postal es distinta en el caso del aluminio. En 2024, México importó más de 10.000 millones de dólares en aluminio, mientras que exportó solo 2.500 millones de dólares, según cifras oficiales. La segunda economía de América Latina compró este insumo a EE UU, pero también a China, Vietnam, Tailandia, y otros países asiáticos. El contraste de estas dos industrias ha abierto la puerta a un escenario en el que existan dos acuerdos comerciales, uno para cada producto.

México es el tercer vendedor de productos siderúrgicos al mercado estadounidense. Las importaciones mexicanas de acero de EE UU procedentes de México ascendieron a unos 3,2 millones de toneladas el año pasado, lo que representa el 12% del total de los envíos de este material, según datos del Departamento de Comercio.

Cuando Trump anunció los aranceles a estos productos, en febrero pasado, las siderúrgicas de todo el mundo pisaron el acelerador de los envíos a EE UU para esquivar el pago extra de tarifas. En paralelo, las principales empresas acereras en México, como Deacero, Tenaris Tamsa y Arcelor Mittal, han solicitado en más de una ocasión a la presidenta Sheinbaum una respuesta más contundente frente a la escalada proteccionista de Trump, incluso, deslizaron la posibilidad de imponer aranceles recíprocos a los aceros estadounidenses, pero el Ejecutivo aún no ha querido jugar esa carta. En las reuniones a puerta cerrada con los industriales, el Gobierno ha hecho más énfasis en su estrategia de vigilancia en aduanas para frenar el avance de importaciones de acero asiático con prácticas comerciales desleales, que en tarifas espejo. El tiempo trascurre, los inventarios se agotan y la presión aumenta. La advertencia de los empresarios es clara: si un arancel del 25% es un obstáculo difícil de sortear, una tarifa del 50% los sacará del mercado.

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Sobre la firma

Karina Suárez
Es corresponsal de EL PAÍS en América, principalmente en temas de economía y sociedad. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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