La clase política boliviana cierra filas contra los bloqueos de caminos de Evo Morales
Los tres poderes del Estado acuerdan continuar sin cambios el proceso electoral pese a las violentas protestas de seguidores del expresidente que presionan por su candidatura

Una reunión del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Bolivia con el presidente Luis Arce y representantes de todos los poderes del Estado y de los partidos políticos inscritos en las elecciones ratificó este jueves que el proceso electoral boliviano continuará sin modificaciones hasta el día de las elecciones, el 17 de agosto. Esta fue la respuesta de la clase política del país a los conflictos sociales que lleva adelante Evo Morales desde hace 11 días en busca de su habilitación como candidato. El expresidente, que no fue invitado a la reunión, pidió públicamente la aprobación de una ley para que “todos los representantes políticos puedan candidatear”. “Que me ganen en las urnas”, desafió. Los órganos públicos y los demás partidos, también los de izquierda, ignoraron esta exigencia.
Bolivia acumula días de bloqueos de caminos, enfrentamientos entre campesinos y vecinos, marchas y otras protestas de quienes consideran que “sin Evo no hay elecciones”. El miércoles, cuatro policías murieron cuando trataban de liberar a la pequeña ciudad minera de Llallagua de los cortes de ruta. También falleció un campesino. El hecho conmocionó al país y marcó el tono de las deliberaciones convocadas al día siguiente por el TSE en Santa Cruz de la Sierra para que todos los actores políticos respalden las elecciones. Así lo hicieron y se ratificó la lista de candidatos en la que no se halla Morales.
La reunión también comprometió al Ejecutivo a “pacificar el país” y a la Fiscalía a “penalizar todos los actos en contra de las elecciones”. Morales ya ha sido procesado por “terrorismo” y por “obstaculizar actos electorales” por ser el líder de los bloqueos de caminos.
Tras su eliminación definitiva de las elecciones, el expresidente ha recurrido al repertorio de acciones de movilización que maneja como nadie en Bolivia. Durante la última semana ha logrado aislar a varias ciudades y vaciar los mercados de los productos básicos, demostrando que conserva la musculatura que lo convirtió en el principal líder sindical y, durante un tiempo, el más importante dirigente político del país.
El epicentro de las acciones “evistas” se encuentra en la carretera que atraviesa el Chapare, la zona cocalera que es su baluarte, y en la región de Potosí, donde se ubica Llallagua, que en el siglo XX fue la plaza fuerte de los sindicatos mineros comunistas, pero que ahora ha rechazado con intensidad a las fuerzas rurales de Morales. Por dos días los universitarios de Llallagua han ocupado las calles de día y de noche para prevenir la entrada a la ciudad de los campesinos que la rodeaban. También protestaban por la escasez de alimentos que sufrían sus familias.
Un enfrentamiento con heridos entre estos estudiantes y los bloqueadores fue el que obligó a la Policía a llegar masivamente a este lugar, donde, según el Gobierno, fue “emboscada” por grupos armados “profesionales” y delincuenciales. “No ha sido un acto de las organizaciones sociales”, declaró el presidente Arce. Su ministro de Gobierno (Seguridad), Roberto Ríos, describió a los atacantes como “paramilitares”. Algunos pueblos cercanos a Llallagua están en la que se considera una “zona roja” del contrabando y el narcotráfico. Las autoridades no han descartado que los que mataron a los policías fueran delincuentes comunes.
Según la versión oficial, uno de los cuatro policías muertos tenía heridas de bala. Otros dos perdieron la vida por golpes y el cuarto por una explosión de dinamita. La información que se conoce es contradictoria y todavía no ha sido respaldada con autopsias y otros exámenes forenses. Evo Morales exigió en X “una investigación internacional sobre los hechos violentos en nuestro país. Es imprescindible una investigación independiente e imparcial”, escribió.
En otro post, el expresidente señaló que “la movilización y el bloqueo son expresiones legítimas de resistencia ante un gobierno que ha cerrado los canales democráticos. Nosotros no buscamos violencia, pero tampoco aceptamos que se criminalice el derecho a la protesta”. También llamó a las Fuerzas Armadas a “no prestarse a decisiones políticas que pueden tener consecuencias legales e históricas”.
Los militares han participado en el desbloqueo de Llallagua, donde fueron recibidos como héroes. La Policía ha hecho lo mismo en la carretera que une a Cochabamba con La Paz. Pero todavía persisten los cortes de ruta en el Chapare, en el corazón mismo del territorio “evista”. Lo que, según un audio revelado por el Gobierno, el expresidente describe como la “batalla final” por su retorno al poder todavía no ha terminado.
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