Roberto Martínez, seleccionador de Portugal: “Me encuentro fuerte hasta la próxima derrota”
El triunfo en la Liga de Naciones ante España afianza al técnico catalán al frente del combinado luso, con la vista puesta en conquistar el Mundial de 2026


Lo primero que hizo Roberto Martínez (Balaguer, Lleida, 52 años) al llegar a Portugal para entrenar a su selección en enero de 2023 fue estudiar el idioma. Y eso, para una población resignada ante la indolencia española hacia el portugués, conquistó un cuarto de simpatías. El resto, claro, dependía de las victorias. Y Martínez, que antes ya asombró con su buen hacer en Bélgica entre 2016 y 2022, también se las ha dado. Acumula más triunfos que ningún otro seleccionador portugués (70%), aunque eso no evitó especulaciones sobre su continuidad tras el cambio en la Federación Portuguesa de Fútbol. Cierto o no, esto se despejó el domingo con la victoria en la Liga de las Naciones frente a España. Nadie entendería ahora en Portugal que Martínez, que ha cohesionado un grupo y le ha dado a Cristiano Ronaldo una preeminencia que algunos veían fuera de lugar, fuese defenestrado. Esta entrevista se realizó el miércoles en la Ciudad del Fútbol, en Oeiras, un día antes de que Martínez volase para asistir al Mundial de Clubes. Luego descansará dos semanas en Ibiza, aunque ir a EE UU a ver partidos no se le puede llamar trabajo, dice.
Pregunta. Habla el idioma, canta el himno. Cuando uno es seleccionador en un país que no es el suyo, ¿cómo se gestiona? ¿Se desconecta de las raíces, se fingen emociones?
Respuesta. No se puede ser falso. He tenido mucha suerte porque empecé a ser seleccionador sin saberlo. Cuando llegas a un país de jugador, tienes que entender cómo adaptarte a un vestuario y la forma es aprender el idioma y la cultura. Estoy muy orgulloso de mis raíces, pero eso no me bloquea para abrirme y entender la cultura de otro país. Para ser seleccionador necesitas eso. No es lo mismo entrenar a Bélgica que a Portugal, dos países con 10 millones de habitantes, pero uno tiene una lengua y una cultura muy ibérica y el otro tiene tres idiomas oficiales y una gran variedad política. Hay que entender esos pormenores para motivar al grupo.
P. Después de trabajar en Reino Unido, Bélgica y Portugal, ¿cuál ha sido la adaptación más difícil?
R. Diría que todas son fáciles y difíciles por igual. Desde muy joven me di cuenta de que tienes que tener tu propio mundo y tienes que tener tu casa y esa casa la puedes llevar donde quieras. Eso lo hace fácil. Mi mujer es escocesa, mis hijas nacieron en Mánchester, tenemos tres nacionalidades distintas dentro de casa. Y yo nací en una familia catalana con un padre de Zaragoza, siempre he estado rodeado de esa diversidad y esa riqueza cultural. Lo importante es tener tu propia casa y luego abrir las puertas y ser una esponja.
P. Morata y su familia están recibiendo amenazas por el penalti fallado. ¿Existía esta violencia cuando jugaba en el Wigan?
R. Yo me llevé una gran sorpresa cuando llegué a Reino Unido. Vive el fútbol y el deporte de una forma muy distinta, tener el equilibrio entre la intensidad y el respeto es ejemplar para mí. Yo procedía de una cultura ibérica donde siempre hay una mano escondida, un sentimiento de culpa donde no se acepta que alguien sea mejor y merezca ganar o que alguien pueda cometer un error. En Reino Unido aprendí rápidamente que eso forma parte del deporte y de la vida en general. Hay momentos en que se gana y momentos en que se pierde, hay que saber perder, pero más importante es saber ganar. Son conductas que aprendí en Reino Unido con las que no crecí hasta los 16 años.

P. Pero, ¿ha ido a más la violencia alrededor del fútbol?
R. La forma de vivir de hoy en día, las redes sociales, el impacto de las opiniones individuales que se hacen públicas, yo creo que vivimos tiempos diferentes, no solo en el fútbol, sino a todos los niveles, políticos y de comunicación.
P. ¿El domingo se jugaba algo más que una victoria deportiva?
R. He tenido la suerte de estar muchos años en un deporte de élite, al final te abstraes de todo y no vas más allá de pensar en lo que hay que hacer para ayudar al equipo a ganar. Después del fin del partido, ya le das la dimensión de lo que podía haber significado no ganar. Es una parte humana, pero se da más después del proceso. Durante el proceso intenté mejorar lo que hicimos en el Europeo. Rompimos muchas barreras con la primera victoria contra Alemania fuera de casa en 25 años y la primera vez que Portugal ganaba en una final oficial a España, que en estos momentos es una de las mejores selecciones del mundo.
P. En Portugal daban por hecho que el presidente de la Federación, Pedro Proença, pensaba en sustituirle. ¿Se siente más blindado?
R. Hay que entender el contexto. Hay un cambio en la dirección y es un debate que se abre. Siempre estuve muy tranquilo en el sentido de que el debate no se abre por los malos resultados o porque no hay relación entre el cuerpo técnico y los jugadores. Yo soy muy autocrítico a la hora de valorar mi trabajo. Y teníamos el mayor número de victorias, goles y puntos de las últimas décadas, eso te da tranquilidad. Lo otro no se puede controlar. A mí nunca me preguntaron cuál era mi compromiso. Yo vine a Portugal porque vi que mi experiencia en Bélgica me daba fuerza para ayudar a esta generación a hacer lo que nunca se ha hecho en el fútbol portugués, que es ganar un Mundial.
P. ¿Cuál es su compromiso?
R. Total, total. Ya dije que hasta después del Mundial iba a comprometerme, primero por las muestras de cariño de los aficionados, y luego por el esfuerzo que hizo la federación portuguesa de hacer una apuesta arriesgada de traer un español como seleccionador. Pero, por contestar a la pregunta de si me encuentro fuerte, me encuentro fuerte hasta la próxima derrota. En el fútbol es así.
P. ¿Y su sueño es ganar el Mundial?
R. Sí, sí. No me ayudo a mí mismo porque es subir las exigencias y las expectativas, pero la verdad es esa. Es increíble que tenga los jugadores que tiene un país de 10 millones de habitantes. Ganar un Mundial está al alcance de poquitas selecciones. Ganar la Liga de las Naciones nos ayuda en la confianza, en la psicología, en la autoestima y el creer que podemos hacer algo que nunca se ha hecho.
P. Tiene entre sus jugadores una leyenda que camina hacia la retirada. ¿Hasta dónde le ve recorrido a Cristiano Ronaldo?
R. Hasta mañana. El gran secreto de Cristiano, que nos está dando una lección a todos, es que está muy centrado en mejorar mañana. Con todos los jugadores que he trabajado, era el cuerpo que retiraba la mente. Cristiano es el primer jugador que veo donde es la mente la que retira el cuerpo. Él hace todo lo que puede para estar al máximo nivel. Físicamente es increíble que a los 40 años pueda jugar dos partidos en cuatro días y marcar 20 goles en 25 partidos; luego está el aspecto emotivo. El compromiso que tiene con la selección es ejemplar y contagioso. Fuera del vestuario es como una conversación en el ascensor, hay pocos temas de los que todo el mundo pueda hablar. Uno es el tiempo y, en Portugal, otro es Cristiano Ronaldo. Cuando juega es porque juega y cuando no juega es porque no juega. Cristiano Ronaldo es el mejor jugador de la historia de Portugal, un icono mundial y está en el corazón de todos.

P. La eliminación de Bélgica en Qatar, ¿fue su mayor fracaso?
R. No lo veo como un fracaso. Fracaso es no intentar ganar. Yo creo que en las selecciones lo importante es ser competitivo, estar siempre allí. Estuvimos en el número uno del ranking de FIFA durante cuatro años, que muestra la consistencia de nuestros partidos. No me fui con la sensación de que no habíamos dado todo.
P. España le descubrió como seleccionador de Bélgica. ¿Qué relación tiene con su país de origen?
R. A nivel profesional soy desconocido, es normal. Cuando hay un logro importante, siempre ha habido una reacción en España. Es mi país, soy cien por cien español, cien por cien catalán y me sentí cien por cien británico a nivel profesional. Me encanta sumergirme en los países donde trabajo. La relación es buena y siempre noto mucho cariño.
P. Sonó en su día para entrenar el Barça.
R. No me gusta romper proyectos. Ha habido momentos que han surgido clubes, pero no es caballeroso hablar de ellos. He tenido muchos clubes del máximo nivel de España y de fuera que se han interesado, pero el momento en que estuve libre fue tras el Mundial de Qatar y en ese momento solo tuve un club inglés y la selección de Portugal.
P. La curiosidad es uno de sus motores. ¿No siente curiosidad por trabajar en España?
R. Nunca hago planes a largo plazo. Si hubiera hecho, me habría salido muy mal.
P. ¿Para evitar frustraciones?
R. Al revés. Es para no limitar lo que puedes conseguir. Si a mí me dicen que a los 33 años estaría entrenando y a los 35 entrando en la Premier League y que tendría la oportunidad de dirigir en dos Mundiales, no lo habría planeado, te quedas un poquito más abajo. He aprendido a estar centrado en el día a día y cuando hay una oportunidad, en vez de decir no por el miedo ante el cambio, que es una cosa humana, siempre la curiosidad te permite decir ¿por qué no?
P. ¿Le gustaría entrenar a la selección española?
R. No me lo planteo así.
P. ¿No es políticamente correcto responder?
R. Ahora estoy centrado en ganar los partidos de septiembre. Cuando se termine el proyecto, ya veremos qué sigue. Yo tuve la suerte de trabajar con grandes dueños en la Premier League como Dave Whelan. Para mí es muy importante la persona con quien trabajas, es casi más importante que un escudo o un club. Tiene que ser un proyecto que tenga cara y ojos.
P. ¿Habría ido por otro camino si su padre no hubiera sido jugador y entrenador?
R. Sin duda. Recuerdo con dos años que el domingo era el día de jugar con mi padre. Fue una referencia. Me enseñó que cómo ganar o cómo perder era más importante que ganar o perder en sí.
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