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PRIMARIAS 2025
Columna
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Pegados con chicle

Parece difícil pensar que Carolina Tohá logrará entusiasmar a los votantes de Winter para movilizarlos en una campaña, más allá del compromiso implicado en la primaria. Y viceversa

Carolina Tohá candidata presidencial del Partido por la Democracia, en Santiago, Chile, el 24 de abril de 2025.

Aunque la primaria oficialista no ha logrado generar mayor entusiasmo, hace algunos días el economista Óscar Landerretche encendió la pradera con sus declaraciones en radio Infinita: “Me gustaría que, si hay un gobierno de derecha, traten de no derribarlo… y de convertir el país en un maldito infierno”. Con esto, ponía en duda si la alianza actualmente en el poder tenía sentido o no. Y tenía razón: lo que une a estas fuerzas parece un vínculo endeble y circunstancial.

Las críticas del Frente Amplio no se hicieron esperar. El precandidato Gonzalo Winter lo recriminó en un video en que le atribuía la idea de querer un “progresismo pequeño”, al que no le importaba tanto si gobernaba la derecha. Esa es solo una de las airadas reacciones que generó la cuña, que sin duda removió las aguas oficialistas.

A pesar de que Carolina Tohá se desmarcó de las duras declaraciones —desaprovechando la oportunidad de diferenciarse—, estas no deben pasarse por alto. Landerretche, que viene de las filas de la fenecida Concertación, pone el dedo en una llaga que este gobierno no ha logrado cerrar: la búsqueda de la unidad amplia de las izquierdas. El sueño del presidente Gabriel Boric de articular una coalición desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista, incluyendo por cierto al Frente Amplio como núcleo central de poder.

Para entender el problema, tenemos que dar un breve rodeo histórico. El Frente Amplio nace como una denuncia desde la izquierda de los límites de la Concertación. Desconociendo las dificultades inherentes a la tarea de articular la transición democrática, descalificaban a la coalición. La acusaban de haber sido una mera a de un modelo neoliberal que, pese a todas las reformas, consideraban incorregible. La Concertación, que ya venía en un proceso de descomposición interna, intentó responder a esa crítica formando la Nueva Mayoría bajo el liderazgo de Michelle Bachelet, renegando de buena parte de su pasado y promoviendo una serie de reformas estructurales. Pero las cosas no salieron bien. De las reformas principales que pudieron llevar a cabo, ninguna ha tenido buenos resultados. El efecto en educación es lamentable, las reformas político-electorales aumentaron la inestabilidad, y la tributaria complejizó la inversión y ralentizó el crecimiento. La lista podría seguir.

Consumado el colapso de la Nueva Mayoría, las izquierdas intentaron diversas fórmulas de convivencia y competencia. Pero fueron las circunstancias las que las llevaron a aliarse de modo más robusto: la crítica al manejo del estallido por parte de Sebastián Piñera, la declaración de que la vía constitucional se había abierto “por la vía de los hechos” luego del 18-O y, finalmente, la segunda vuelta presidencial en que Gabriel Boric se enfrentó a José Antonio Kast. Todos estos hitos fueron puntos de unión para enfrentar a un enemigo —Piñera, la Constitución, JAK— pero nunca terminaron de cuajar políticamente. ¿Qué une, en realidad, al Frente Amplio con el Socialismo Democrático? ¿Son compatibles el proyecto socialdemócrata con el de superación del capitalismo o la sociedad sin clases de Winter? ¿Se han hecho, al menos, la pregunta? Quizás, ni siquiera ha sido planteada en voz alta: la necesidad de contrarrestar al adversario y luego encontrar cargos para la militancia pueden tener una fuerza inmensa para olvidar las diferencias.

La pregunta yace en el corazón del gobierno y se expresa en esta primaria. Parece difícil pensar que Carolina Tohá logrará entusiasmar a los votantes de Winter para movilizarlos en una campaña, más allá del compromiso implicado en la primaria. Y viceversa: ¿se sentirán los adherentes de Tohá representados por las tesis y candidatos que los han apaleado durante esta campaña? Personas como el propio Landerretche, Jorge Burgos, Soledad Alvear, Patricio Tombolini, entre otros, ¿serán capaces de votar por Jara o Winter?

Es cierto: la cuña de Landerretche pudo formularse de modo más preciso. Pero en el fondo, el Frente Amplio mantuvo, como mínimo, un silencio cómplice ante la violencia que desbordó las calles en octubre de 2019. Aunque hoy parezca indecoroso, pensaban que existía una violencia estructural que podía ser vengada mediante las protestas. Por eso la duda que instala Landerretche resulta central. Si miramos el fondo de su pregunta y la abordamos con seriedad, la respuesta es clara: la coalición entre el Frente Amplio, el PS, el PPD y el comunismo parece más bien circunstancial. Una coalición pegada con chicle. Un precario acuerdo de mera convivencia.

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